jueves, 10 de marzo de 2011

Campoamor en el olvido

Últimamente pareciera que tuviera manía persecutoria con un concepto: República. En los últimos días he escuchado hablar más de República que en mis 28 años de vida. No sé si será porque este año se cumplirán los 80 años desde que se proclamará en España la II República o porque mi mente está cada vez más concienciada con ello. 

Anoche, Televisión Española presentó la película de Clara Campoamor, una mujer que luchó y consiguió el voto femenino en este país. El sobrenombre del título era "la mujer olvidada" y con razón. No sabía de su existencia, conocía su nombre, su logro vagamente (miento, siendo sincera, sólo conocía su nombre), puede que por culpa del sistema educativo, que la silenció y no me contaron de ella cuando dí Historia de España en el instituto. Pero ayer, subsané esa laguna, y conocí la historia de una mujer luchadora; feminista no, humanista; que peleó incluso contra los de su propio partido para lograr lo que hoy muchas disfrutamos: el sufragio femenino. Si lo que contaba ayer la película era cierto, desde luego no tenemos que agradecer a los republicanos el que las mujeres pudieran votar "tan pronto", y lo entrecomillo porque durante años fuimos ciudadanas de segunda. 

Una mujer como Clara Campoamor es un ejemplo a seguir para otras mujeres, jóvenes, mayores, no importa la edad... Luchar por nuestros derechos es una obligación y ella peleó porque que dejáramos de ser invisibles en este país. Luego su osadía de "permitir" el voto "antes de tiempo" a la mujer se pagó con el exilio. Aún así, su éxito fue dotar a la mujer de ese derecho que antes era más un privilegio para los hombres. Es una pena que tanto esfuerzo no se vea ahora recompensado, cuando en nuestra sociedad muchas mujeres (y hombres, por supuesto), eluden su responsabilidad, echan por tierra un derecho que tanto costó conseguir y no votan bajo la triste idea de "no creo en la democracia ni en los partidos políticos"... pero éste es otro tema del que ya trataré más adelante. 

Por ahora sólo recalcaré mi admiración para una mujer que me ha dado la oportunidad de que mi voto en las urnas sea una prolongación de mi voz y mi pensamiento. ¡Gracias, Clara!

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