viernes, 14 de agosto de 2009

Profeta en La Atalaya

David de María ha demostrado que quiere a su ciudad. Lleno a reventar, los Museos de la Atalaya fueron el marco ideal para que el artista entrara en comunión con sus paisanos y amigos.
Antes del concierto, una larga cola esperaba impaciente poder entrar al recinto, mientras, en el interior David de María ultimaba sus ensayos. Con un poco de retraso, por fin a las 21.30 se abrieron las puertas y la gente entró eufórica. “Corre, vamos a coger un buen sitio”. Esa era la máxima de los que están ahí, jóvenes, adultos, padres, abuelos, todos querían ver de cerca de este jerezano que ya es profeta en su tierra.

Los Jardines de la Atalaya se inundaron de sillas de plástico, miles, para acoger a todos los que, con ganas de pasar una buena noche, acudieron al concierto. La noche acompañaba, calor, estrellas, luces y acción.

Minutos después de las 22.30, David de María pisó el escenario jerezano, y con una balada del nuevo disco dio comienzo al espectáculo. Piano y voz, y una canción desgarradora... Padre Nuestro si estás en el cielo...

Interactuando siempre con su gente, sus vecinos, respondía a los inumerables gritos de “Guapo”. Al grito de “quítate la chaqueta”, él respondió demostrando que es de Jerez un “Hija, es que me he propuesto aguantar hasta la cuarta canción”. Y cumplió.

Estaba claro que era una noche especial. El cantante volvía a su ciudad dos años después, esta vez para un acústico tan especial como único. El concierto, tal y como él mismo explicó, era una premiere de su nuevo disco ‘Relojes de arena’, pero también un momento para recordar esas canciones que están grabadas en los corazones de sus seguidores.

“Hay gente que no sabe que esta canción está dedicada a la ciudad que me vio nacer”, y arrancó los aplausos de los más de mil asistentes mientras entonaba las primeras líneas de ‘Mi trocito de vida’.

Canciones de siempre como ‘Preciosa Mía’, o ‘El perfume de la soledad’, arrancaron los palmas espontáneas y los cantos entre los presentes. Él lo pedía, “Venga que es fácil”, y la gente cantaba con él. Porque David es de la Plazuela, de Jerez y su gente le quiere y le admira.

Fue una noche en el que David ‘no quería problemas’ y desde luego no los tuvo. Esa noche quedó para el recuerdo de unos miles, de los que estuvieron allí, viendo como David de María se metía al público en el bolsillo.

El broche final fue una rumbita que puso en pie a todo el mundo, palmas flamencas y 'Tus desaires', una rueda flamenca para dar fin a una noche mágica.

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